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Enseñar a estudiantes que no existen
- 02 de diciembre de 2015
- Publicado por: Guest
- Categoría: Mais Caminhos and the communities in Rio de Janeiro
Imagina que eres un niño/a nacido/a en una favela de Rio de Janeiro. Vives en una de las comunidades separadas del resto de la ciudad. Vivir sobre esta ciudad implica, muchas veces, infraestructura más precaria, acceso limitado a mercados, asistencia médica o correos y generalmente hay una presencia de actividad relacionada con drogas.
Considera todo lo anterior como tu marco de referencia, ¿cuál considerarías que fuese un comportamiento normal? ¿Cuál sería tu visión sobre la autoridad y la seguridad pública?
Piensa en la educación y los recursos con los que contarías si tu familia no es capaz de costear un colegio privado en Brasil que proporciona una calidad educativa superior.
Reflexiona sobre la seguridad que tendrías al ir a la escuela bien andando solo/a o mediante transporte público por ti mismo. Como se mencionaba antes, la precaria infraestructura haría que tuvieses que andar por calles estrechas y empinadas, y llenas de escalones desiguales y sin pavimentar en los que te podrías tropezar y caer. Sin mencionar el peligro que conlleva andar solo en un lugar con violencia armada activa.
Imagina que tu barrio, tu familia y tus amigos no existen. ¿Qué?
Observa los siguientes mapas:
En cada uno de estos mapas (encontrados online y en hoteles) las favelas donde mis estudiantes y compañeros de trabajo viven han sido reemplazados con bloques de árboles. Tras verlos me da la impresión de que Rio (y el sector turístico) ignora la existencia de las favelas.
¿Qué pasaría si vieses uno de estos mapas siendo un niño/a que ha nacido en una favela? ¿Cómo te sentirías?
¿Estarías enfadado, te sentirías solo, triste, sorprendido, con preguntas, agresivo, motivado, radiante o no le darías importancia? A no ser que seas ese niño/a, no lo sabrás seguro. Lo que sí te puedo decir ahora, tras mi poco tiempo en Mais Caminhos, es que mis estudiantes han mostrados todos estos sentimientos y muchos más. Es muy injusto asumir o tratar de anticipar los sentimientos y reacciones de una persona sólo por saber el lugar donde vive. Esta es la razón por la que me sentí (y me siento) poco preparada para trabajar con Mais Caminhos.
Ya sabía cuándo acepté ser voluntaria de Mais Caminhos que no estaba preparada, ¿cómo podía estarlo? Pero el hecho de no estar preparada no quiere decir que no estuviera cualificada para el puesto o que no era capaz. He pasado los últimos años enseñando en Escuelas Título 1 (estas escuelas en los Estados Unidos son consideradas por debajo de la media, reciben ayudas del gobierno y están relacionadas con estudiantes que viven en la pobreza). Durante mi período en la universidad hice voluntariado en un lugar de acogida con niños que no tenían donde vivir. Esta pasada primavera, finalicé mi master en Educación enfocado en la enseñanza del inglés y la cultura. En papel, estoy altamente cualificada para este trabajo pero enseñar es mucho más que un currículo vitae.
Nada te puede preparar totalmente para las alegrías y los retos que conlleva trabajar con niños. Cada día es diferente. Cada niño es diferente. Y todos los días mis estudiantes llegan a clases con nuevas perspectivas. La capacidad de poder ver las cosas desde varios puntos de vista y abrir horizontes cada día es uno de los aspectos más fascinantes de la niñez. Como profesora, es increíble ver a tus estudiantes crecer, madurar y convertirse en adolescentes. Sin embargo, debido al desarrollo de su madurez es difícil prever sus emociones. ¿Cómo puedes enseñar de una manera efectiva si en tu clase no se controlan bien los sentimientos y emociones?
Los niños SIENTEN todo. ¿y por qué no deben hacerlo? Cuando tu marco de referencia es limitado a las experiencias alrededor tuyo hasta la mínima inconveniencia puede resultar en un cambio drástico y devastador en sus vidas. Para los estudiantes es casi imposible dejar sus emociones fuera de la puerta de clase por lo que el estado de ánimo con el que vienen, bueno o malo, entra en clase a las 2 de la tarde. Nuestro trabajo como voluntarios es enseñar Disciplina Positiva para que nuestros estudiantes puedan aprender mecanismos de control que les ayuden no sólo dentro de clase sino también fuera de ella. Desarrollar estas técnicas lleva años y es una de las razones por las que pienso que a los adultos les cuesta tanto entender y validar las emociones de los más jóvenes.
Cada día que atravieso las puertas de la escuela de idiomas Caminhos sé que estoy más preparada que el día anterior. Sé más sobre el pasado y el ambiente de mis estudiantes, sus gustos, aquellas cosas que no les gustan tanto y sus aspiraciones. Puedo percibir cuando pierden interés en un tema, o cuando están cansados o distraídos por algo que les pasó en sus casas. Puedo incluso saber cuándo fingen que no entienden mi acento o cuando realmente no tienen ni idea de lo que estoy hablando. Soy capaz de hacer bromas y hacer tonterías a la vez que me gano su respeto y cariño. Me ha llevado meses construir esta relación tan fuerte con mis estudiantes y ganarme su confianza en lo que les enseño. Todo ello me ha convertido en una mejor profesora.
Lo que puedo decirte con certeza es que mis estudiantes existen sin importar lo que digan los mapas de un hotel. Sus vidas son importantes. Sus sentimientos son importantes. Sus experiencias en la vida son importantes. A pesar de los estereotipos que existen sobre los niños de las favelas, te puedo asegurar que mis estudiantes son tan capaces como cualquier otro fuera de ellas. Quizás no siempre me sienta preparada para enseñarles (y ellos no siempre están preparados para aprender!!) pero con intentarlo es suficiente. Así como animo a mis estudiantes a probar cosas nuevas y abrir puertas a nuevas oportunidades, también le aniño a todo el mundo a pensar sobre las favelas de una forma diferente. Dinero, estatus y barrios no define valor. Todos debemos recordar que Cantagalo-Pavaozinho y todas las favelas de Rio de Janeiro son importantes y merecen reconocimiento. Estas comunidades son mucho más que árboles; son los hogares de mis estudiantes.
Por Katy Chase